La doble vida abusa, no la homosexualidad

Publicada el 24 de Agosto del 2018

En tiempos de turbulencia, de denuncias por abusos sexuales, de poder, de conciencia y encubrimientos hechas al papa Francisco, se revelan redes integradas por consagrados, lo que parece llamativo a una prensa que las describe usando rótulos como mafia rosa, lobby gay, cofradías, redes de homosexuales y pederastas. Sin embargo, lo cierto es que se trata de sacerdotes, y en menor cantidad, de religiosas con una doble vida: misa y evangelio de día, sexualidad sin castidad de noche. 

La comunidad de la Iglesia sabe que dentro de ella conviven junto a sacerdotes y religiosas heterosexuales, curas gays -y menos visibles- religiosas lesbianas. ¿Qué porcentaje del total de los consagrados y consagradas son personas homosexuales? Se proponen cifras distintas. Independiente de cuáles sean, la mayoría de mujeres y hombres consagrados se ha sostenido fielmente en el celibato respondiendo ejemplarmente a su vocación. No obstante, junto a ellos conviven quienes llevan una doble vida inconsecuentes al llamado que han recibido de Dios. Estas personas usan la pantalla social que otorga el ser consagrado o consagrada para ocultarse.

Asumiendo esta realidad que describimos, como Pastoral de la Diversidad Sexual nos produce indignación que se haga un vínculo entre abusos cometidos por consagrados y la presencia de sacerdotes y religiosas homosexuales en la Iglesia y su jerarquía. Ser homosexual no es condición sine qua non para decir que se es pervertido y/o criminal.

Nos indigna también como Padis+ que se afirme o argumente que muchos de los delitos de abuso sexual podrían evitarse, si existieran filtros en la Iglesia para evitar que personas homosexuales lleguen la vida consagrada. Quienes lo afirman centran el problema en la identidad de género del consagrado o la consagrada, y no en cómo él o ella vive su sexualidad. Culpar a la identidad sexual como causante de los crímenes que se han dado a conocer es reflejo de ignorancia. Basta recordar los múltiples casos de sacerdotes heterosexuales que han sido acusados, e incluso, condenados.

Preocupado por el tenor de las denuncias aparecidas en la prensa y que siguen repercutiendo, Pedro Labrín sj (Poroncho) dirigió palabras de preocupación y aliento a la Pastoral de la Diversidad Sexual. Porque todos aquellos rótulos -de mafia rosa y cofradías- afirman los prejuicios de muchos heterosexuales sobre el mundo de la diversidad.

Poroncho dice: “Soy testigo de que gracias a ustedes, la diversidad sexual no es una perversión sino un regalo de Dios. Pero no podemos ser cómplices de quienes ensucian ese regalo con sus crímenes. La Padis+ necesita reivindicar su orgullo frente al prejuicio avasallador. No tenemos por qué cargar con el estigma de gente enferma y responsable de sus actos de daño, llegando algunos hasta el crimen.”

Frente a los abusos que continúan conociéndose e investigándose, es importante que el mundo de la diversidad pueda también tener el coraje de denunciar. Ante esto, Poronocho invita a dar razones para defender la dignidad LGBT+.

“Si en alguna oportunidad de tu vida fuiste a buscar con un religioso o religiosa apoyo espiritual, convencido que era un hombre o una mujer de Dios, y de vuelta recibiste una propuesta de relación ambigua con él o ella, quiero decirte desde lo más profundo que tú no eres el responsable, ni tampoco, provocador ¡Jamás! Y, por lo mismo, el carcelero de una verdad cómplice”.

En la Padis+ nos preocupa la falta de transparencia con que se han abordado muchos casos de abuso. Es cierto que la Conferencia Episcopal de Chile está intentando implementar cambios que parecen profundos en sus protocolos y acciones. Sin embargo, creemos que todos los católicos debemos ser más drásticos en erradicar la “mentalidad del encubrimiento”, que se  evidencia en aquellas voces que intentan justificar la actuación de sacerdotes y obispos, poniendo por delante el cuidado de la institucionalidad, la imagen, la supuesta intervención de ideologías políticas malintencionadas que actuarían en contra de la Iglesia, y la obediencia mal entendida hacia la jerarquía.

En medio de esta realidad, la Pastoral de la Diversidad Sexual tienen tiene tareas concretas con las cuales comprometerse:

La primera es aclarar que, la doble vida de muchos sacerdotes y religiosas que viven su sexualidad a escondidas y cometen abusos, daña a la Iglesia y da la razón a quienes sostienen que la homosexualidad no puede vivirse de manera sana, madura y orientada en el amor. 

La segunda tarea es rechazar y denunciar con fuerza cualquier situación de abuso y delito que se cometa al interior de nuestras comunidades y en nuestro entorno, independiente de quien los cometa.

Y la tercera tarea -muy relevante para nosotros- es ser un espacio que no minimiza los hechos catalogándolos solo como un “pecado”. Sobre todo son delitos.

La Padis+ invita a toda la comunidad eclesial a una profunda reflexión filosófica, antropológica y teológica en relación a la diversidad sexual. Lo que hoy el magisterio señala sobre ella no da respuesta al sentido de vida de la personas LGBT+ que creen en Cristo. 

Instamos también a no relacionar la homosexualidad con los abusos que hoy sacuden a nuestra Iglesia. Esos crímenes los han cometidos personas enfermas, delincuentes y enceguecidas de poder.

Nosotros como Pastoral de la Diversidad Sexual deseamos buscar, en conjunto con la comunidad eclesial, aquella respuesta que Dios nos da como sus hijos e hijas amados, una respuesta basada en la verdad y en el amor que brota con esperanza y alegría del Evangelio.

Consejo Padis+